Es aún más fácil si desayunas siguiendo un patrón. Por ejemplo, antes de salir corriendo al trabajo, tienes tiempo de tomar sólo café y bocadillos o avena y té. En este caso, la segunda columna también puede rellenarse casi automáticamente. Al menos para los días laborables.
3. Planifique el menú en los términos más generales
Una persona necesita proteínas, grasas, carbohidratos y una variedad de vitaminas y minerales. Proporcionar esta dieta es en realidad más fácil de lo que parece.
Escribe en cada una de las casillas libres restantes el producto o categoría de alimentos principal, aquel en el que quieras hacer hincapié. Puede ser carne, aves, pescado, verduras, cereales, legumbres. O, por ejemplo, sopa, gachas, pasta.
Especifique su menú semanal
Si no es necesario especificar la avena o el requesón, los platos de carne y cereales, la pasta e incluso las tartas de queso pueden prepararse de docenas de formas distintas. Hay que decidir exactamente qué recetas se utilizarán para preparar los desayunos, las comidas y las cenas de los próximos siete días.
Para evitar confusiones y olvidos, imprime cada receta en una hoja aparte o anótala a mano. Puedes pegar los papeles a la nevera con un imán o ponerlos en una carpeta de «menú semanal».
Más adelante, merece la pena ordenar las recetas en categorías separadas según el producto principal. Cuando vuelvas a necesitar saber qué hacer con la carne o las verduras, sólo tienes que abrir la carpeta con el nombre correspondiente y sacar rápidamente la adecuada.
Recuerde sus platos favoritos
Seguro que tienes tus recetas favoritas. Por ejemplo, patatas fritas con champiñones, tortilla con verduras o, pongamos por caso, pasta con tu salsa especial. Si no tienes energía para inventar algo nuevo, basta con que escribas estos platos en las columnas correspondientes del menú semanal.