Una forma de ahorrar dinero en comida es sustituir ingredientes caros por otros más asequibles cuando la receta lo permite. Los análogos no siempre tienen el mismo sabor y valor nutritivo, pero la cocina es maravillosamente flexible: la creatividad genera nuevos platos.
Carne y pescado
De las carnes, el pollo es la más asequible. Es más rentable comprar una canal entera: cuesta casi la mitad que un filete. Sepáralo tú mismo para segundos platos, y con los huesos haz caldo para sopas.
La cara carne de vacuno puede sustituirse por carne de cerdo. Es importante conocer los cortes: las partes de la canal difieren en sabor y precio. Los más caros son el lomo y el cuello, más adecuados para hornear en trozos grandes. Para otros platos o carne picada, elige la paletilla, el jamón y la nalga: cuestan un 20-30% menos.
Si no te gusta nada el sabor del cerdo, al menos evita los cortes caros de ternera. Pruebe en su lugar jarretes, rabos y carrilleras. Tardan más en cocinarse, pero en manos expertas pueden ser tan buenos como un filete entreverado.
Compre más a menudo despojos, como hígados y estómagos de pollo. Son mucho más baratos que la carne, pero se cocinan rápido y tienen un sabor intenso.